La empresa de Toledo está implantando esta tecnología para obtener información relevante sobre sus vides y optimizar sus procesos. Además, está desarrollando la agrovoltaica junto a Iberdrola, Avvale y PVH
Valeria Silva
M iguel Tejerina, gerente técnico en Viñedos del Río Tajo, experimenta cada día con el uso de nuevas tecnologías en las 450 hectáreas de la firma, donde trabajan trece personas. Desde los inicios de la empresa toledana, la mecanización y automatización de las labores agrícolas ha sido clave: “Cuando se plantó el viñedo, ya se tuvo en mente un diseño diferente, altamente mecanizado”, comparte.
Sus campos disponen hoy de seis tractores, dos vendimiadoras e infinidad de aperos, atomizadores, nebulizadores y desbrozadoras que, en su mayoría, están conectados con sistemas de GPS y sensores.
A Tejerina siempre le habían atraído la agricultura y la investigación. Tras estudiar Ingeniería Agrónoma en la Universidad Politécnica de Madrid, trabajó unos años en el sector de la logística y luego dio el salto al mundo del vino gracias a un Máster en Enología y Viticultura, que cursó en la misma universidad. Además, siguió participando en distintas investigaciones durante su formación y pudo cultivar su pasión por la viticultura en la compañía Vitec de Tarragona, donde realizaba proyectos de I+D. Cuatro años más tarde se incorporó a la empresa de Toledo, de la que forman parte González Byass y Grupo Emperador.
UNOS VIÑEDOS SINGULARES
El gerente técnico distingue dos particularidades que, desde su punto de vista, dan un carácter singular a Viñedos Río Tajo. Primero, todas las uvas de sus cultivos se destinan a la producción de brandy. Segundo, la compañía ha incorporado diversas tecnologías para optimizar los procesos, que proporcionan recomendaciones para el riego o la fertilización. Todo ello gracias a datos históricos recopilados con sistemas de última generación: “Cada año perfeccionamos más los procesos”. Tanto es así que, ahora, la firma también ha implantado la Inteligencia Artificial (IA) en sus tractores y aperos para tener, en tiempo real, información precisa y detallada sobre su ubicación, consumos, etc.
De esta forma, la productividad del viñedo también ha mejorado. Tejerina explica que, gracias a los sensores inteligentes de su maquinaria, los trabajadores pueden regular diferentes medidas. Por ejemplo, ajustar la presión de los pulverizadores o la dosificación en las sembradoras. Otro aspecto importante es la velocidad en los tractores: “El tractor corrige solo sus parámetros para que la dosis sea siempre la que has configurado” destaca.
Además, toda la información está disponible en una plataforma web, que puede consultarse en un smartphone u ordenador en cualquier lugar y en cualquier momento. “Antes ya existía esto, pero tenías que ir al tractor, al GPS, descargar los datos con un pendrive e introducirlos en el ordenador. Todo un proceso…”, recuerda.
Los campos cuentan también con sensores instalados en diferentes puntos que van recopilando datos meteorológicos y climatológicos como la temperatura, el viento y la humedad para el control de plagas y enfermedades. A su vez, permiten que los trabajadores sepan si el riego está funcionando de la forma correcta o si deben corregirlo.
PARAGUAS PARA PLANTAS
Uno de los proyectos de I+D más importantes que está desarrollando la firma se centra en el campo de la energía agrovoltaica y en cómo la sombra puede mejorar la calidad de la uva. Una iniciativa en la que también participan las empresas Iberdrola, Avvale y PVH. Tejerina y el equipo investigador defienden la interacción beneficiosa de los viñedos y los paneles fotovoltaicos, ya que estos dan sombra a las plantas en distintos momentos del día y pueden mejorar el fruto. “El panel puede convivir con el cultivo”, defiende, “ya que le ayuda durante las extremas temperaturas del verano”.
“Las vides sufren mucho estrés hídrico y térmico.Pero, con esos paneles, el estrés se suavizará y las plantas podrán protegerse durante el día. Al mismo tiempo, necesitaremos regar menos”, resalta. En definitiva, es como utilizar un paraguas para protegerse de la radiación solar. Y no solo eso. La empresa, con este sistema, produce igualmente energía limpia y sostenible.
La tecnología es también un elemento importante de la iniciativa. Su algoritmo, que continúa en desarrollo, aspira a que sea el propio sistema implantado el que pueda “hablar”, de manera directa, con la planta: “Por ejemplo, si en un momento el panel está a 35 grados este de inclinación y la planta recibe poca radiación solar, el algoritmo modificará esa inclinación para que la planta pueda recibir la luz que necesita. Esa es la idea”. Es por eso que el sistema recopila la información de los sensores como el peso de la uva, su acidez y la humedad del suelo, entre otros parámetros, para ir adecuando la inclinación a lo que la planta vaya requiriendo.
En este sentido, el verdadero reto ahora no reside tanto en la implantación y el entrenamiento de la IA en sí, sino en saber interpretar la información para que esta tecnología pueda entender siempre lo que las viñas necesitan. “¿En qué momento la planta necesita más o menos sombra?”, ejemplifica el experto, quien espera obtener resultados interesantes al respecto en los próximos cuatro años.