Inrobics, empresa madrileña fundada por José Carlos Pulido, José Carlos González y Fernando Fernández, empezó como un proyecto de investigación en 2014, pero hoy es la primera firma española de robots sociales
Juanita Herrera
Vamos, lo estás haciendo muy bien”. Esta es una de las muchas frases que el robot social de Inrobics, bautizado con el nombre de Robic, tiene programado decir a los pacientes durante sus sesiones de rehabilitación.
Los tres fundadores de la firma son José Carlos Pulido, José Carlos González y Fernando Fernández, a quienes este último acompañó como profesor durante la investigación inicial de tesis que, posteriormente, se cristalizó en una empresa. Entre los tres diseñaron el producto y empezaron a contratar a un equipo de desarrollo, que poco a poco lo ha terminado de optimizar. Pulido y González realizaron su doctorado en Ciencia y Tecnología Informática por la Universidad Carlos III de Madrid, donde Fernández lleva trabajando más de quince años.
Pero parte de la inspiración inicial surgió años antes. Concretamente cuando Pulido, uno de los estudiantes y actual CEO de la empresa, viajó a Estados Unidos para unas prácticas universitarias. Allí trabajó con Maja J. Matarić, pionera en la creación de robots sociales. Fue así como conoció en profundidad este campo antes de introducirlos en España. Durante aquella etapa, incluso realizó algunos estudios con NAO, el prototipo de donde nace Robic, comentan desde la empresa nacida en Madrid.
Pero Robics no es un juguete. Funciona a través de un software de Inteligencia Artificial (IA) llamado Alma, que también incluye una pulsera de frecuencia cardiaca para el paciente, un sensor de visión que observa los movimientos realizados y una tablet que analiza la información. Así, el terapeuta o el médico especialista recibe un análisis de cómo ha ido la sesión, con una serie de parámetros que ayudan a discernir si debe ajustarse o modificarse el tratamiento, como por ejemplo “cuánta atención puso el paciente y el rango de movimientos que fue capaz de realizar”, desgrana Ana Albendea, responsable de Marketing en Inrobics. Toda esa información también se emplea para mejorar la propia eficacia del trabajo que realiza el robot.
Albendea cuenta un caso en el que vio con nitidez el impacto del robot en los pacientes. Una joven con autismo, que tenía muchas dificultades tanto para hacer ejercicio físico como para comunicarse con sus cuidadores y sus compañeras, empezó a interactuar de una “manera increíble” con Robic. No solo la terapia fue positiva, sino que luego compartió emocionada lo sucedido con todas sus compañeras.
Ana Albendea: “Este sistema, que empezó enfocado en niños, ya se está empleando con adultos y personas de la tercera edad”
Gracias al software de Inrobics, el terapeuta consigue personalizar las interacciones del robot con el paciente. Robic sabe cuál es el nivel de dedicación que ha puesto el paciente a su rehabilitación, cómo ha realizado los ejercicios y le da retroalimentación en directo. Por ejemplo, puede detectar si la posición del brazo en un ejercicio es incorrecta e instarlo a corregirla.
DIVERSIFICACIÓN
Este software fue diseñado especialmente para niños que necesitan llevar a cabo una rehabilitación a largo plazo por tener limitaciones neuronales, psicosociales y/o cognitivas. En concreto, el acompañamiento no es físico ni asistencial, debido a que el robot no se acerca al paciente, sino que estimula al tratamiento de forma verbal o con gestos.
Pero el proyecto ha ampliado sus miras. Tanto es así que también se está empleando tanto con adultos como con personas de la tercera edad. Los pequeños están acostumbrados a ver robots en la televisión y conviven a diario con la tecnología, por lo cual este tipo de terapia es como un juego. Albendea explica la diferencia: “Sin embargo, cuando se introduce Robic con una persona mayor, esta queda alucinada, sorprendida al ver que el robot es capaz de hablarle e interactuar. Eso está dando muy buenos resultados”.
Este sistema, según la compañía, logra mejorar en un 70 % la efectividad del tratamiento rehabilitador “al aumentar la motivación del paciente, la adherencia a los tratamientos, la intensidad de las sesiones y el trabajo de las habilidades motoras y cognitivas con el uso de la plataforma”.
ENFOQUE PROFESIONAL
Robic no pretende sustituir a los profesionales clínicos, sociosanitarios o asistenciales. Todo lo contrario, la compañía espera proporcionarles una herramienta que optimice sus procesos del día a día, mientras monitorizan las sesiones.
Hoy, Inrobics cuenta con trece trabajadores y su tecnología ya se ha implementado en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, en Madrid; el Hospital San Juan de Dios, en Sevilla; el Hospital Nacional de Parapléjicos en Toledo ; y en organizaciones como El Saliente y CEATTE (Centro de Atención Temprana y Desarrollo Infantil).
La firma espera conseguir un futuro más inclusivo e influir positivamente en la funcionalidad del día a día de los pacientes para que estos sean más autónomos. Por eso, de cara al futuro desea aumentar la capacidad de Robic con IA generativa. El objetivo: que el robot sea capaz, gracias a los datos que recoge, de dar respuestas propias no programadas previamente. “Realmente, lo que consigue la IA es que el robot sea más independiente, que sea más parecido a lo que podría ser el trato humano”, defiende Albendea.